Visión desde Washington: Haz lo que digo, no lo que hago /Vision from Washington: Do as I say, not as I do (English version follows)

Visión desde Washington: Haz lo que digo, no lo que hago /Vision from Washington: Do as I say, not as I do (English version follows)

Visión desde Washington: Haz lo que digo, no lo que hago

Vision from Washington: Do as I say, not as I do (English version follows)

Abril 2015

Claudio M. Loser

 

Aun cuando las noticias se centran en la Cumbre de las Américas yel comenzar la ,reunión de primavera del FMI, el bajo crecimiento económico de la región, en lugar de asuntos internos, una declaración y una acción persisten esta semana en la mente de aquellos que siguen los acontecimientos argentinos: 1. el Ministerio Economía ha demandado a Citibank Argentina ante  tribunales locales, al fin de declarar inconstitucional y nulo el acuerdo que  la empresa firmó en Nueva York con los fondos “buitres” , para ayudar a pagar bonos locales hasta Junio y luego dejar el negocio de custodia. 2. El poderoso Ministro de Economía argentino afirmó no tener estadísticas sobre el número de personas pobres, ya que cree que es una medición estigmatizante, aunque luego la Presidente se incluyó al declarar, sin convencer a muchos, que ella había sido pobre de joven.

 

Ambas declaraciones muestran el dilema de esta administración. El Presidente y su séquito predican la necesidad de mejorar las condiciones de los pobres y afirman su intención de defender los principios de la ley. Al mismo tiempo, ocultan los problemas existentes de pobreza,  y actúan en contra de una institución que busca pagar obligaciones argentinas, en forma limpia y transparente.

 

Ambos son ejemplos de la profunda contradicción entre la retórica y los hechos. Los Kirchner asumieron en 2003, cuando Argentina se estaba recuperando de su peor recesión en muchos años. En 2003 la pobreza era alta – del orden del 50 por ciento- y disminuyó a 25 por ciento en 2006, con un PIB en recuperación, ayudado por los precios de las materias primas y una profunda devaluación. Desde entonces la tasa de pobreza (fuera de la medida oficial) comenzó a aumentar y ahora es del orden de 30 a 35 por ciento, muy por encima de los promedios en la década siniestra de los 1990. Por otra parte, esto ha tenido lugar durante un período de crecimiento muy sólido, incluso cuando se mide por fuentes no gubernamentales. Hay una brecha entre las palabras del gobierno y la realidad, cuando ya  poco se puede achacar a los errores del pasado. Esto puede explicarse solamente por sus pobres políticas económicas, o su objetivo de mantener a tantas personas como sea posible como  rehenes de las dádivas del gobierno, a fin de comprar su lealtad. Esto es triste en ambas circunstancias.

 

La continua saga de la deuda externa de Argentina, con efectos negativos igualmente profundos aunque menos palpables para la población, sigue el mismo patrón. El gobierno anuncia  que está dispuesto a pagar, aunque no ha convencido los tribunales federales de EEUU. Al mismo tiempo, siguen atacando al juez Griesa, que ha sido bastante flexible para ayudar a los argentinos a cumplir con su sentencia, aun  a su manera poco gentil. En lugar de ayudar a Citi a cumplir sus obligaciones como custodio, Argentina está haciendo imposible que otra institución venerable,  aunque controversial, pueda continuar actuando normalmente  en el país. El uso de datos inexactos, un clientelismo forzado y el rechazo de los canales normales de comercio sólo pueden ser perjudiciales para el país.

 

Por desgracia, estas políticas han tenido y seguirán teniendo graves efectos para el futuro de la Argentina, incluso bajo una nueva administración más sensata y con visión de futuro. Los mercados consideran en sus precios el posible cambio de política, pero pueden  subestimar la magnitud de los daños que la larga era de los Kirchner ha causado al país.

 

El autor es Presidente de Centennial Group Latin America; Senior Fellow en el Dialogo Interamericano; y sirvió como Director del Depto. del Hemisferio Occidental del FMI desde 1994 a 2002.  Es oriundo de Argentina. Las opiniones presentadas son su responsabilidad, y de ninguna manera  es su intención  que ellas representen el punto de vista de  las instituciones a las que está asociado.

 

Vision from Washington: Do as I say, not as I do

April 2015

 

Even as the news focus on the Summit of the Americas and, ahead of the Spring Meetings of the IMF,  the low economic growth of the region, rather than on domestic affairs, one statement and one action this week persist in the mind of those that follow Argentine developments: 1.The Argentine Ministry of the Economy is suing Citibank Argentina in local courts, so as to declare the agreement the company signed in New York with the “vulture” funds (to help pay locally-issued bonds twice and then leave the custody business) unconstitutional and void. 2. The powerful argentine Minister of the Economy said he does not have the statistics on the number of poor people, as he believes it’s a stigmatizing measure, even though later the president included herself by declaring, without convincing too many listeners, that she had been poor when young.

 

Both statements show the quandary that this Administration is in. The President and her entourage preach the need to improve conditions for the Argentine poor, and claim their intention to uphold the principles of the law. At the same time, they cover up the existing poverty problems, and act against an institution that is seeking to pay Argentine obligations, in a clean and transparent fashion.

 

Both are examples of the deep contradiction between rhetoric and facts.  The Kirchners took over in 2003, at a time when Argentina was recovering from its worst recession in many years. Poverty was high – in the order of 50 percent in 2003, and declined to 25 percent by 2006, as GDP recovered, helped by commodity prices and a deep devaluation. Since then the rate of poverty (other than the official measurement) started to increase and is now in the order of 30 to 35 percent, well above the averages during the sinister decade of the 1990s.  Moreover, this has taken place during a period of mostly solid growth, even when measured by non-governmental sources. There is a gap between the government words and reality, when little can now be blamed on past mistakes. This can only be explained by their poor economic policies, or their objective to keep as many people as possible hostages to the handouts of the government, to buy loyalty. This is sad in both circumstances.

 

The continued saga of Argentina’s external debt, with equally profound negative effects, even   though less palpable for the population at large, follows the same pattern. The government continues to claim that it is willing to pay, even though it has not convinced the US Federal Appeal Courts. Concurrently, they continue to attack Judge Griesa, who has been more than accommodating to help the Argentines comply with the existing judgment, even in his idiosyncratic way. Rather than helping Citi fulfil its current obligations as a custodian, Argentina is making it impossible for another venerable institution- controversial as it may be- to continue doing normal business in the country.  Misreporting, forced clientelism, and rejection of the normal channels of commerce can only be damaging for the country.

 

Unfortunately, these policies have had and will continue to have serious effects on Argentina’s future, even under a more responsive and forward-looking new administration.  The markets are pricing in the possible change of policy, but may underestimate the extent of the damage that the long Kirchner era has caused to the country.

 

The author is President of the Centennial Group Latin America; a Senior Fellow at the Inter-American Dialogue; and served as IMF Western Hemisphere Director from 1994 to 2002. He is Argentine.  The opinions presented here are his own, and are not intended in any way to represent the views of the organizations with which he is associated