La visión desde Washington: Realmente fue “El default más tonto de la historia argentina”/The view from Washington: Indeed it was “The dumbest default in Argentine history”
La visión desde Washington: Realmente fue “El default más tonto de la historia argentina”/The view from Washington: Indeed it was “The dumbest default in Argentine history”
Claudio M. Loser
Contrariamente al pensamiento de los integrantes del gobierno, el buen sentido sigue prevaleciendo entre los observadores bien informados de la Argentina. Martin Kanenguiser, un muy respetado periodista de La Nación, acaba de publicar un nuevo libro llamado “El default más tonto de la historia Argentina”. El autor cuestiona claramente la inexorable lógica de la cesación de pagos de julio de 2014, un error de proporciones gigantescas que no pudo ser evitado incluso mediante el esfuerzo combinado de Barak Obama y el Papa Francisco.
Kanenguiser señala correctamente que el default no comenzó con la sentencia del juez Griesa de 2012 o de la Corte Suprema de Estados Unidos en el año 2014, sino con una serie de errores de política económica desde el 2007, incluyendo la manipulación de las estadísticas en el INDEC, la creciente intervención del gobierno en los mercados y las políticas aislacionistas que las acompaño. El libro evita típicas explicaciones sobre “conspiraciones” extranjeras, y a cambio propone que el gobierno podría solucionar sus problemas reconociendo sus fallas y corrigiendo sus errores.
Los fondos litigantes pueden buscar ganancias, pero fue el gobierno el que no trató de resolver el problema de los holdouts después de 2010. El gobierno buscó una confrontación vocal adolescente con los tribunales estadounidenses y luego se quejó acerca del default que podría ser fácilmente superado. Por lo contrario, buscaron la participación las Naciones Unidas, el G-20 y otros foros para atacar a los holdouts, sin buscar en ningún momento una solución práctica.
De hecho, uno de los principales litigantes contra del gobierno argentino, NML Capital, recibió hace poco una carta de la entidad coordinadora del Consejo de Derechos Humanos de la ONU. El Consejo agrupa varios países, incluyendo Argentina, no muy conocidos por su respeto del estado de derecho y la defensa de los derechos de sus ciudadanos. La retórica puede ser atractiva para algunos, pero presenta una contradicción espuria entre la integridad de los contratos y los derechos humanos. De hecho, es en las democracias de mercado basadas en reglas donde se encuentran el mayor respeto (aunque imperfecto) y protección de los derechos humanos, una lección que debería ser evidente para todos.
Mientras tanto en la Argentina llegan acusaciones bien fundadas de corrupción más y más cerca a la Casa Presidencial, mientras que la libertad de prensa se ve cada vez más sujeta a restricciones. Además, la economía sigue tambaleando, y con todos los indicadores económicos apuntando a la baja ((excepto el acuerdo de swap entre China y el Banco Central Argentino.). Así está el Modelo-K que las autoridades consideran su llamado a la fama.
El autor es Presidente de Centennial Group Latin America; Senior Fellow en el Dialogo Interamericano; y sirvió como Director del Depto. Del Hemisferio Occidental del FMI desde 1994 a 2002. Es oriundo de Argentina. Las opiniones presentadas son su responsabilidad, y de ninguna manera es su intención que ellas representen el punto de vista de las instituciones a las que está asociado.
The view from Washington: Indeed it was “The dumbest default in Argentine history”
Claudio M. Loser
Contrary to the thinking of those running the government, good sense continues to prevail among the knowledgeable observers of Argentina. Martin Kanenguiser, a highly respected journalist for La Nación, has written a new book called, “The dumbest default in Argentine history.” He questions the inexorable logic of the July 2014 default – a misstep of gigantic proportions that could not have been averted even with the combined efforts of Barack Obama and Pope Francis.
Kanenguiser correctly notes that the default didn’t begin with Judge Griesa’s ruling of 2012, or with the U.S. Supreme Court in 2014, but with the series of economic policy errors beginning in 2007, that included the manipulation of INDEC statistics, the increasing government intervention in the markets and the ensuing isolationist policies. The book avoids relying on clichéd explanations of “foreign conspiracies” and instead offers that the government could solve its problems by recognizing its faults and correcting its mistakes.
The vulture funds may seek profits, but it was the government that did not try to solve the problem of the holdouts after 2010. The government agreed instead on an adolescent vocal confrontation with American courts and then complained about a default that could have been easily avoided. Instead, they involved the UN, the G-20, and other fora to attack the holdouts, without ever seeking a practical solution.
In fact, one of the main litigants against Argentina, NML Capital, recently received a letter from the UN entity that coordinates the UN Human Rights Council. The Council’s membership is formed by a grouping of countries (including Argentina) that are not known for their respect of the rule of law or for the protection of the rights of their citizens. The rhetoric may be appealing to some, but it presents a spurious contradiction between the integrity of contracts and human rights. Actually, it is in the rule-based market democracies where one finds the greatest (even if imperfect) respect for and protection of human rights, a lesson that should be evident to all.
Meanwhile in Argentina, well-based accusations of corruption come closer and closer to the Presidential House, while freedoms of the press become more restricted by the day. Furthermore, the economy continues to falter, with every economic indicator (with the exception of the swap agreement between China and the Argentine Central Bank) pointing downward. So much for the authorities’ claim to fame for “El Modelo-K.”
The author of this note is President of the Centennial Group Latin America; a Senior Fellow at the Inter-American Dialogue; and served as IMF Western Hemisphere Director from 1994 to 2002. He is Argentine. The opinions presented here are his own, and are not intended in any way to represent the views of the organizations with which he is associated.